miércoles, 20 de marzo de 2013

La mujer y sus zapatos de tacón


Desde tiempos inmemoriales los tacones han sido una herramienta de seducción de la mujer.
Ya en el antiguo Egipto aparecen ilustraciones en las que se representan hombres y mujeres sobre zapatos elevados. Se piensa que el origen de los zapatos de tacón se remonta al siglo XV cuando el uso de los estribos en el manejo de caballerizas hacía necesario que el pie encajara en el estribo durante las maniobras con caballos, este es el fundamento de las botas de cowboy actuales. En algunos dibujos de Leonardo Da Vinci aparecen ilustraciones de zapatos de tacón alto relacionados con el manejo de caballos.

En la boda que se contrajo entre Enrique II de Francia y Catalina de Médici, ella llegó a lucir zapatos de tacón alto, que empezaron a popularizarse gracias a la celebración de este evento. En 1660 un zapatero denominado Nicolás Lestage fue capaz de realizar unos zapatos de tacón alto para el rey Luis XIV, este diseño pronto hizo su variante para mujeres e incluso madame de Pompadour llegó a vestirlos haciendo de su estilo un nombre "tacones pompadour".

Hoy en día los zapatos de tacón son un básico en el armario de cualquier mujer, cada una tiene sus preferencias sobre el color y la forma la altura del mismo, pero a todas nos fascina vernos mas estilizadas, sexis y sensuales con ellos.

Al rededor de este tipo de calzado se ha desarrollado un verdadero mundo, unos disfrutan con verlos puestos, otros mientras tanto enloquecen por ponérselos y no menos importante son aquellos que sienten una excitación sexual observándolos, tocándolos y besándolos.
He aquí mi inspiración para escribir este artículo, me considero una de las mujeres que obtiene placer al ponérselos  y mirar como un hombre que obtiene una erección a costa de vérmelos puestos.

Es una sensación indescriptible, ¿cómo explicarlo?. Imagina a esa persona que tanto morbo te da, cerca de ti, susurrándote al oído, y acariciándote. Notas ese calor ¿verdad?, pues esa es la sensación que tengo yo cuando un sumiso adora mis zapatos.

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